He de confesar que, al principio, no tenía muchas expectativas sobre este juego. El terreno del terror tradicional ha sido difícil para los desarrolladores chinos y el hecho de que KARMA: The Dark World apenas tuviera publicidad cerca de su lanzamiento no inspiraba demasiada confianza. Sin embargo, mis dudas se desvanecieron rápidamente conforme avanzaba en la historia, transformándose en admiración por el esfuerzo de Pollard Studio, que invirtió varios años en perfeccionar esta obra.

En mi opinión, KARMA: The Dark World está a la altura de los estándares internacionales y es capaz de competir con otros títulos de terror globales. La atmósfera opresiva de distopía es innegable, recordando en gran medida a la obra 1984. El juego se sitúa en una Alemania Oriental ficticia, donde Leviathan Corporation controla todos los aspectos de la vida y mantiene a la población bajo vigilancia constante, infundiendo desde su nacimiento una rígida visión del mundo.
La estética es perturbadora: los individuos son reducidos a meros engranajes del sistema, donde incluso su identidad es borrada, representada visualmente por cabezas convertidas en monitores que transmiten imágenes monocromáticas. Los jugadores toman el papel de Daniel, un agente del departamento de pensamientos de Leviathan, y lo que comienza como un simple caso de robo, pronto se transforma en algo mucho más oscuro. Te encuentras atrapado en un edificio donde las luces fallan, las sombras se mueven inquietantemente y los caminos de regreso se cierran de manera inexplicable, creando un ambiente de incertidumbre constante.

El componente innovador del juego es la tecnología de inmersión mental, que permite al protagonista acceder a los recuerdos de los sospechosos. Este proceso, aunque fascinante, es peligroso tanto para el agente como para el sujeto, causando traumas psicológicos severos. El terror crece cuando el sospechoso afirma haber visto monstruos reales, y la única forma de averiguar la verdad es revivir esas inquietantes experiencias de primera mano. El equilibrio entre el terror psicológico y la crítica al totalitarismo es lo que hace único a KARMA: The Dark World. Las situaciones opresivas, junto con las tácticas deshumanizadoras del régimen, logran mantener una tensión palpable a lo largo de la narrativa, evitando los típicos sustos baratos que algunos juegos menos inspirados utilizan.
Sin embargo, es cierto que el juego no es terror puro. Los sustos más impactantes provienen de jump scares y de la amenaza de muerte inminente por parte de los monstruos. Aun así, estos momentos están bien dosificados, ya que el juego se toma el tiempo de preparar al jugador antes de atacar, lo que eleva la calidad de los sustos. El diseño de los encuentros con las criaturas, aunque mortales, no busca frustrar al jugador, sino mantenerlo al borde del asiento sin llegar a la exasperación.

En cuanto a la jugabilidad, KARMA: The Dark World sorprende con mecánicas más complejas de lo que podrías esperar. Uno de los momentos más memorables es la introducción de una cámara similar a la serie Fatal Frame, que permite al jugador detectar y combatir amenazas invisibles al enfocarlas correctamente y expulsarlas con un disparo. Esto añade un elemento de estrategia y da al jugador un respiro del constante sentimiento de indefensión típico en muchos juegos de terror. El combate, aunque limitado, está bien integrado, especialmente en una de las batallas contra un jefe donde la cámara se convierte en la herramienta clave para derrotarlo. En un laberinto de pasillos infinitos, solo puedes detectar al jefe a través del lente de la cámara, mientras gestionas la creciente amenaza de una inundación que te obliga a actuar rápidamente.

El juego equilibra bien estos momentos de tensión, y aunque su duración es relativamente corta (unas 8-10 horas), su ritmo está cuidadosamente diseñado para no abrumar ni aburrir al jugador. Los acertijos que se encuentran en la segunda mitad del juego también son refrescantes con elementos interactivos, variados y evitando que la experiencia se vuelva monótona. Es importante señalar que, a medida que el juego avanza, el énfasis parece alejarse del terror tradicional y acercarse más a la narrativa, lo cual no es necesariamente algo negativo. La manera en que combina la historia con el gameplay es tan fluida que, en ocasiones, se siente como estar viendo una película. Aunque esto puede resultar en una ligera desconexión tonal entre la primera y segunda mitad del juego, el enfoque narrativo sigue siendo sólido y satisfactorio.
The Review
KARMA: The Dark World
KARMA: The Dark World es una obra que supera con creces las expectativas iniciales, destacándose por su atmósfera opresiva y distópica, que evoca la sensación de vivir bajo un régimen totalitario, al estilo de 1984. El juego ofrece una narrativa intrigante y única, centrada en un agente atrapado en un entorno oscuro y psicodélico, donde la tecnología de inmersión mental añade una capa de terror psicológico profundo. En cuanto a la jugabilidad, se aleja de los sustos fáciles, presentando en su lugar un equilibrio entre tensión, exploración y mecánicas innovadoras. Su ritmo bien controlado y los acertijos variados mantienen el interés constante, mientras que la crítica al totalitarismo se entrelaza de manera efectiva con la trama. KARMA es un juego de terror que no solo busca asustar, sino también ofrecer una experiencia inmersiva y reflexiva, destacándose tanto por su narrativa como por su jugabilidad.