En Elderand, jugamos como un mercenario que acaba de ser reclutado por el sumo sacerdote para viajar a la isla de Elderand, con qué propósito, no lo sabemos y realmente no tendremos tiempo de aprenderlo, ya que el barco que nos transportaba se vio repentinamente atrapado en una tormenta antes de encallar, roto, en la costa de la isla. Siendo el héroe de esta historia, inevitablemente salimos vivos y así es como comienza nuestro viaje. Tendremos que explorar cada rincón de esta isla para entender lo que está sucediendo allí.
La construcción del título de Synergia Games recuerda inmediatamente a títulos como Castlevania, somos libres de caminar en entornos bidimensionales y solo la falta de una habilidad específica nos impide llegar tan lejos como queremos. Durante nuestro viaje, se nos dan fragmentos de narrativa en diferentes formas, en primer lugar, están los encuentros con los habitantes de la isla, pero también hay muchos escritos encontrados cerca de los cadáveres de los antiguos exploradores. Nuestra comprensión del mundo que nos rodea dependerá necesariamente de nuestra participación, la sensación de libertad y exploración que establece un sistema de este tipo es muy agradable. Nunca sentimos que nos están tomando de la mano y es raro saber exactamente qué camino debemos tomar. Sin embargo, es bastante raro encontrarse exactamente al revés de donde nos espera la historia.
Para avanzar y descubrir los rincones de esta isla, nuestro personaje tiene algunas habilidades básicas. Adquirirá muy rápidamente dos armas básicas, una espada y un bastón de magia, que podrá, a lo largo de su viaje ir intercambiando, también tendremos a nuestra disposición armas adicionales, como cuchillos o hachas. Muy rápidamente, nuestro equipo crecerá con un escudo, equipable solo con un arma de una sola mano, diferentes anillos y diferentes pociones. También podremos recoger nuevas armas como dagas dobles, hacha o arco. Cada una de estas armas puede tener efectos adicionales como quemaduras o recuperación de maná. Las posibilidades de construir son importantes y cada jugador podrá encontrar su cuenta y más aún porque, desde el principio, es posible cambiar la apariencia de nuestro héroe.
Las batallas a las que nos enfrentamos siempre explotan las diferentes características de nuestras armas. Los enemigos siempre son capaces de moverse rápidamente hacia nosotros y un número significativo de ellos tienen ataques cuerpo a cuerpo, pero también hechizos a distancia. El resultado es una tensión palpable cada vez que nos alejamos un poco de un punto de guardado. Para facilitar nuestro progreso, cada monstruo que nos aportará una pequeña cantidad de experiencia que nos permitirá, eventualmente, llenar un indicador e ir al siguiente nivel. Nuestras habilidades básicas irán aumentando poco a poco y, de nuevo, la libertad que se nos da para personalizar nuestro avatar es total. Cada ganancia de nivel viene con un punto de capacidad adicional que se dividirá en una de las cuatro categorías disponibles. Ya sea que favorezcamos el ataque físico, el daño mágico, el indicador de vida o los golpes críticos, la elección es nuestra. Para desarrollar aún más este sistema, es posible equipar armaduras y anillos que tienen modificadores de estadísticas. Pero este sistema no se detiene ahí ya que también tenemos la posibilidad de hacer una visita al herrero, tras devolverle su martillo perdido, para que mejore nuestro equipo contra los materiales adquiridos explorando la isla o deshaciéndonos de los monstruos que la pueblan. Todas estas mecánicas de juego hacen de Elderand un modelo del Metroidvania que no tiene por qué avergonzarse de la comparación con los maestros del género.
Ahora que estamos tranquilos por la narrativa y la mecánica del juego, queda para Elderand pasar la prueba de fuego que es la técnica. Comencemos hablando que todas las acciones que podemos realizar están perfectamente optimizadas, ya sea para una carrera, para un doble salto, para cambiar de arma sobre la marcha, para el uso del gancho de agarre o para las acciones más clásicas de movimiento y ataque, en ningún momento tenemos que atar nudos con los dedos. En definitiva, un agarre impecable que nunca estropea una jugabilidad que requiere tener en cuenta el tiempo de acción de cada movimiento y que no acepta ninguna cancelación.
El cuidado dado a los gráficos es de primer orden. En un estilo pixel art, los desarrolladores han logrado configurar conjuntos muy detallados que saben cómo renovarse a través de los diferentes biomas que tendremos que explorar. Cada pintura es vasta, tanto en altura como en anchura y cada una tiene su propia identidad. Pero lo que halaga a la retina es ante todo el trabajo realizado en los múltiples planos que se superponen y dan una impresión muy agradable de profundidad. Los sprites de los diversos protagonistas de esta historia no se quedan fuera. Los diferentes y numerosos enemigos presentes son perfectamente identificables y cada uno tiene una visión muy diferente de su vecino. Sus animaciones no sufren ningún problema y todos los pequeños movimientos que nos permiten predecir sus ataques están perfectamente realizados.
El diseño de niveles está extremadamente bien pensado, los puntos de guardado están espaciados regularmente y los atajos que desbloqueamos nos salvan de dolorosos idas y vueltas. El cuidado dado a la banda sonora es igual de convincente: el tema principal de cada área es lo suficientemente agradable como para no empañar nuestra experiencia de juego durante las fases de exploración y los cambios de ritmo traídos por las peleas contra jefes siempre se dominan perfectamente.
The Review
Elderand
Es un Metroidvania de alta calidad. Con su historia que poco a poco se va descubriendo, sus exitosos gráficos, su cautivadora banda sonora y su ultra completa mecánica de juego, no tiene absolutamente nada que envidiar a los grandes del género.