Los metroidvania están de moda, y como buen fan del género no me quiero perder ni uno de los lanzamientos recientes. Con el tiempo limitadísimo que tenemos en la industria es difícil estar al día con todo, y es por eso que llego un poco tarde a hablar de Noreya: The Gold Project. Pero una vez más se cumple el refrán: «más vale tarde, que nunca». Este metroidvania pixel-art que llegó al mercado en paralelo con el verano (el 21 de junio siendo exactos), y la verdad es que la experiencia ha sido mejor de la esperada. El juego es bastante completo y aporta conceptos interesantes al género mientras encapsula toda su narrativa en una historia con sorprendente profundidad.
En Noreya: The Gold Project hay dos dioses principales: el dios de la luz y el del oro. El jugador puede escoger a cuál de los dos rendir pleitesía, y eso le desbloqueará un árbol de habilidades específicos, con diferentes ataques o mejoras, tanto activas como pasivas. Nuestra protagonista, Koti, deberá recorrer las Tierras de Lemia luchando contra la codicia que se ha llevado a sus seres queridos, pero no va a ser fácil derrotar a la oscuridad. Dependiendo del Dios que escojamos servir, podremos avanzar hacia un final u otro de la historia.
A nivel jugable tenemos delante un metroidvania bastante clásico, sin transiciones de movimiento muy locas y una estructura del mapa bastante lineal. Los escenarios están conectados y cada pantalla funciona como un nivel en sí mismo, con sus enemigos y sus recompensas. El combate también es bastante sencillo, pero a medida que avanza la aventura y vamos mostrando devoción a los dioses, aprenderemos nuevos trucos. Algo que sí me ha dejado un poco frío es que los impactos contra los enemigos no se transmiten con toda la intensidad que deberían. Los golpes no se sienten realmente poderosos, aunque puedan acabar de un plumazo con algunos enemigos, sobre todo al principio.
Gráficamente me encanta el estilo pixel-art con el que han decidido ilustrar esta aventura. Algunos fondos y secciones del mapeado me recuerdan a Blasphemous, y si me conoces sabrás que eso es un cumplido bastante evidente. En general es un juego que entra bien por los ojos, y aunque a nivel jugable puede hacerse monótono, ir cambiando de escenario y descubriendo nuevos enemigos te ayudará a mantenerte en la rueda.
La mecánica más interesante de Noreya es su forma de gestionar la curación. En este juego puedes curarte utilizando oro, pero tienes que tener en cuenta que estás «derrochando» un valioso recurso para subir de nivel. De esta manera el juego recompensa a los más habilidosos, ya que cuantos menos golpes te den, más oro tendrás disponible para invertir en puntos de habilidad. Quizá en la dificultad extrema esto sea realmente agobiante, pero tanto en normal como en fácil es sencillo encontrarte corazones al romper objetos del escenario, así que no tendrás que recurrir al oro salvo en contadas ocasiones.